Así está la situación, parece que hay personas que están de acuerdo o simplemente no les importa que le quiten parte de sus ingresos perdidos por la inflación, de la que los trabajadores no son culpables. (Son opiniones distintas y por mucho que no las compartamos, debemos oírlas y respetarlas).
Vemos que se otorga grandes cantidades de fondos de todos los chilenos a los Bancos, instituciones que como todos sabemos en su actuar regularmente no tienen el más mínimo miramiento cuando se trata de triturar a la gente pobre, y vemos que a los privilegiados de Codelco les dan lo que piden y más, con plata de todos, porque pueden presionar, pese a que sus huelgas causan inmensas mermas de ingresos al país, y ni siquiera se persigue como debería ser, el grave delito de quemar una considerable cantidad de buses, en circunstancias que a un simple ciudadano por incendiar un bien, incluso suyo, le dan una montonera de años privado de libertad.
Algo anda raro.
En fin la idea es que los ingresos no bajen, y que se recupere lo que la inflación quita.
El reajuste debería ser a lo menos el IPC y establecerse un sistema para que si la estimación que se hace del IPC resulta errónea (como suele suceder), siempre exista la obligación de complementar el reajuste hasta alcanzar la variación real.
Por otra parte esa diferenciación por tramos, huele a demagogia, y a la sórdida intención de tratar de dividir el movimiento de los trabajadores. Además es una pésima política, porque si así se procede y los ingresos más altos se empiezan a reducir sistemáticamente, en el futuro nos enfrentaremos a la situación ya vista en el pasado, en que los profesionales que entraban a la administración pública eran en su mayoría gente que no era cotizada en el mercado, lo que significaba al final que los servicios estaban dirigidos por una verdadera maga de gente inepta que funcionaban como se decía popularmente al 3 y al 4. Si se reducir las brechas se trata, lo que se debe hacer es derechamente subir los ingresos a los trabajadores que reciben menos. Así como se ayuda a los bancos, que se ayude a los humildes.
Si la Sra. Presidenta, sus Ministros y algunos parlamentarios quieren renunciar al reajuste, que lo hagan, o simplemente que reintegren cada mes lo reajustado. Pero no empiecen después con los sobresueldos.
Antes, cuando los sueldos de autoridades eran muy bajos, a eso es lo que llegaron, porque por mucho tiempo no los reajustaron como es debido. Permanentemente recurrieron al sobresueldo el que incluso no tributaba, lo que era realmente anti ético, por decir lo menos.
Esos sueldos bajos, hizo que gran cantidad de los altos cargos públicos fueran provistos con lo peor de los profesionales, aquellos que nadie contrataba en el sector privado, y así los servicios andaban al 3 y al 4 como lo dice el dicho popular.
Penoso resulta ver que ahora algunos políticos, en su afán de ganar fáciles votos, recurran a esa ridícula patraña de querer “para el publico” renunciar a un reajuste aprobado por el Senado. Si se quiere ser ético, obviamente debe hacerse economías en los gastos públicos (que hay muchos innecesarios), velar porque efectivamente se deje de cometer defraudaciones al erario nacional, y con esos ahorros y otros recursos del fisco, derechamente mejorar los ingresos más bajos, pero no quitándoles a los sueldos más altos, pues de no ser así, nos llenaremos de médicos, abogados, ingenieros, y ejecutivos públicos, "pencas" como en el pasado.
Quien gana más, vive en lugar más caro, viste y debe vestir ropa mejor, educa a sus hijos en colegios más caros (y esto que lo desmientan si pueden los Ministros, la Presidenta y los parlamentarios), y obviamente tiene más gastos, eso no se puede soslayar y por eso a la larga empiezan las triquiñuelas que llevaron a los tristemente célebres sobresueldos. Además ofrecer no reajustar, es decir, no subir, sino devolver algo del poder adquisitivo perdido por el IPC a los sueldos más elevados, es una medida que conduce a dividir a los trabajadores y hacerles perder su fuerza para negociar lo que es justo.
Vemos que se otorga grandes cantidades de fondos de todos los chilenos a los Bancos, instituciones que como todos sabemos en su actuar regularmente no tienen el más mínimo miramiento cuando se trata de triturar a la gente pobre, y vemos que a los privilegiados de Codelco les dan lo que piden y más, con plata de todos, porque pueden presionar, pese a que sus huelgas causan inmensas mermas de ingresos al país, y ni siquiera se persigue como debería ser, el grave delito de quemar una considerable cantidad de buses, en circunstancias que a un simple ciudadano por incendiar un bien, incluso suyo, le dan una montonera de años privado de libertad.
Algo anda raro.
En fin la idea es que los ingresos no bajen, y que se recupere lo que la inflación quita.
El reajuste debería ser a lo menos el IPC y establecerse un sistema para que si la estimación que se hace del IPC resulta errónea (como suele suceder), siempre exista la obligación de complementar el reajuste hasta alcanzar la variación real.
Por otra parte esa diferenciación por tramos, huele a demagogia, y a la sórdida intención de tratar de dividir el movimiento de los trabajadores. Además es una pésima política, porque si así se procede y los ingresos más altos se empiezan a reducir sistemáticamente, en el futuro nos enfrentaremos a la situación ya vista en el pasado, en que los profesionales que entraban a la administración pública eran en su mayoría gente que no era cotizada en el mercado, lo que significaba al final que los servicios estaban dirigidos por una verdadera maga de gente inepta que funcionaban como se decía popularmente al 3 y al 4. Si se reducir las brechas se trata, lo que se debe hacer es derechamente subir los ingresos a los trabajadores que reciben menos. Así como se ayuda a los bancos, que se ayude a los humildes.
Si la Sra. Presidenta, sus Ministros y algunos parlamentarios quieren renunciar al reajuste, que lo hagan, o simplemente que reintegren cada mes lo reajustado. Pero no empiecen después con los sobresueldos.
Antes, cuando los sueldos de autoridades eran muy bajos, a eso es lo que llegaron, porque por mucho tiempo no los reajustaron como es debido. Permanentemente recurrieron al sobresueldo el que incluso no tributaba, lo que era realmente anti ético, por decir lo menos.
Esos sueldos bajos, hizo que gran cantidad de los altos cargos públicos fueran provistos con lo peor de los profesionales, aquellos que nadie contrataba en el sector privado, y así los servicios andaban al 3 y al 4 como lo dice el dicho popular.
Penoso resulta ver que ahora algunos políticos, en su afán de ganar fáciles votos, recurran a esa ridícula patraña de querer “para el publico” renunciar a un reajuste aprobado por el Senado. Si se quiere ser ético, obviamente debe hacerse economías en los gastos públicos (que hay muchos innecesarios), velar porque efectivamente se deje de cometer defraudaciones al erario nacional, y con esos ahorros y otros recursos del fisco, derechamente mejorar los ingresos más bajos, pero no quitándoles a los sueldos más altos, pues de no ser así, nos llenaremos de médicos, abogados, ingenieros, y ejecutivos públicos, "pencas" como en el pasado.
Quien gana más, vive en lugar más caro, viste y debe vestir ropa mejor, educa a sus hijos en colegios más caros (y esto que lo desmientan si pueden los Ministros, la Presidenta y los parlamentarios), y obviamente tiene más gastos, eso no se puede soslayar y por eso a la larga empiezan las triquiñuelas que llevaron a los tristemente célebres sobresueldos. Además ofrecer no reajustar, es decir, no subir, sino devolver algo del poder adquisitivo perdido por el IPC a los sueldos más elevados, es una medida que conduce a dividir a los trabajadores y hacerles perder su fuerza para negociar lo que es justo.
Atte, Higinio Morales.